¿Ser libre y vivir en sociedad?
La estatua de la Libertad en Nueva York (EE.UU.) |
Víctor Celemín Capaldi
La libertad es un elemento fundamental para el ser humano ya que es lo que le permite realizarse como persona. Ya en el siglo XVII Thomas Hobbes plantea la duda en cuanto si es compatible la libertad con la sociedad ya que considera que o bien somos libres, o bien vivimos en sociedad. Sin embargo dos siglos más tarde, John Stuart Mill encuentra la manera de compatibilizar la vida social con la vida libre. El británico considera la existencia de dos ámbitos en la vida: el ámbito público y el ámbito privado. El primero sería el de la vida social, profesional; aquel en el que no podemos ser libres pues el Estado establece unas normas: existe una constitución, un código civil, penal... que determina cómo deben ser las relaciones humanas, y en resumidas cuentas, establece un comportamiento que debe cumplirse. En el otro extremo encontramos el ámbito privado, el de nuestras creencias, nuestras ideas, las acciones que realizamos en nuestra casa... Aquí la libertad del ser humano ha de ser total. De esta manera la incompatibilidad de libertad y sociedad que establecía Hobbes, Stuart Mill la niega afirmando que en ciertos momentos triunfa el aspecto social y por tanto debemos obedecer una serie de normas que reducen nuestra libertad; y en otros triunfa el ámbito privado donde la libertad es (o debe ser) total.
Además Mill establece un criterio diferente para entender la libertad en el sentido de que no habla del concepto de libertad singular sino en plural. Hablamos de la libertad de reunión, libertad de creencia, libertad de expresión; libertades que nos permiten ser dueños de nuestra vida al mismo tiempo que vivimos en una sociedad. A pesar de que el estado nunca debe intervenir en el ámbito privado de nuestras vidas, existe una excepción: en aquellos casos en los que nuestras acciones privadas tengan consecuencias para terceros. Por ejemplo si un hombre maltrata a su mujer en su domicilio, no puede argumentar que es un comportamiento privado pues este está afectando a una tercera persona, su mujer. Sin embargo Mill pide precaución en este hecho al considerar que hay una tendencia, por parte del estado, a intervenir en aquello que no le pertenece. Para evitar esto, los ciudadanos deben establecer un control de aquello que lleva a cabo un gobierno.
[...] Este principio consiste en afirmar que el único fin por el cual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente, se entremeta en la libertad de acción de uno cualquiera de sus miembros es la propia protección.
Sobre la libertad, capítulo 1. Introducción.
Aunque Mill afirma en este fragmento que el único motivo por el cual el estado puede entrometerse en el ámbito privado de cada uno sea por la protección de otros, el británico va más allá al considerar que la sociedad no puede obligar a alguien a hacer aquello que se considera beneficioso, si se hace en contra de su voluntad. La libertad solo puede ser restringida cuando esta afecta a los demás, pero no a uno mismo. Por ejemplo, una persona puede beber hasta embriagarse y no es tolerable la intervención de nadie ya que está ejerciendo su propia libertad. Sin embargo, sí alguien ebrio empieza a actuar violentamente contra otros, si se requeriría del estado (mediante la policía) al estar perjudicando a otros. Ahora cabría preguntarse que desde este punto de vista, ¿Qué ocurre con el vendedor de alcohol, tabaco, o de cualquier otra sustancia que entendemos nosotros por "drogas"? Para Mill resulta bastante conflictivo. Considera que una persona debe en sí misma prevenir una lesión y partiendo de esto, que las autoridades deben considerar sí aquello que puede causar daño, lo causa exclusivamente. A partir de ahí, algo que solo provoca daño puede ser restringido. Sin embargo, el británico considera que por ejemplo el veneno aunque cause daño, puede también ser utilizado para el bien. Por ello, el veneno y similares (alcohol, tabaco...) pueden venderse, aunque matiza que no iría contra la libertad añadir en estos etiquetas de advertencia. Ahora bien, quiero resaltar lo ambiguo a mi parecer de este último criterio. De la misma manera que Stuart Mill como buen utilitarista defendía el principio de utilidad para la toma de cualquier acción, sobre todo las relacionadas con la política, ¿No sería mas efectivo considerar detenidamente cada una de las consecuencias, buenas y malas, de permitir la venta de cualquier droga? El consumo de sustancias estupefacientes causa numerosos problemas en la salud seguidos de tipo económico, por los gastos del sistema sanitario; y de tipo social, al afectar a amistades, familias, y la sociedad en general al verse mermada su seguridad. Sin embargo podríamos considerar el placer que causa en los consumidores y los impuestos que supondrían su legalización. Desde el punto de vista de Stuart Mill habría que legalizar la venta de estas sustancias, lo que nos resulta (al menos a una mayoría) algo horrendo a día de hoy. También es importante tener en cuenta que actualmente el conocimiento sobre determinadas sustancias no es el mismo, afortunadamente, que el del siglo XIX, aunque sí se deberia reflexionar sobre las razones de la venta legalizada de tabaco o alcohol, que no dejan de resultar sustancias peligrosas para la salud.
Estanco español |
Retomando el concepto de libertad, el filósofo británico hace énfasis en la "lucha entre la autoridad y la libertad", en la estrecha línea de hasta donde se puede entrometer la autoridad en la vida de sus ciudadanos. Para evitar la tiranía, Mill define dos mecacismos de control: obligar el reconocimiento de determinadas libertades incuestionables cuya infracción podría causar una rebelión, o el "establecimiento de controles constitucionales mediante los cuales el consentimiento de la comunidad, o de un cuerpo de algún tipo, supuestamente para representar sus intereses". Estas afirmaciones no aportan nada nuevo teniendo en cuenta las distintas constituciones que ya se habían aprobado a mediados del siglo XIX como por ejemplo la estadounidense, la francesa o la española. Lo interesante de Stuart Mill resulta su consideración en cuanto que las sociedades democráticas, aunque parecían inmunes a la tiranía ya que "no había miedo a la tiranización sobre sí mismo", dichos ideales no dieron los resultados que se esperaban por dos motivos. En primer lugar porque los gobernantes no siempre son iguales a los gobernados por diferentes ideas, creencias, intereses... Y en segundo lugar porque existe el riesgo de una "tiranía de la mayoría" en la que muchos inhiben a los pocos, lo que va en contra de unos ideales democráticos que persiguen la representación de todos. Un ejemplo de este hecho sería el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea que se celebró en 2016: con un 51,9% de los votos a favor de abandonar la comunidad europea se blanqueó al otro 48,1 % que quería quedarse. Los dos principales partidos, el conservador y el laborista, eliminaron a la mitad de la población británica de sus anuncios, sus propuestas, sus objetivos. Se impuso lo que deseó una estrecha mayoría. Ambientado a nivel nacional, supongamos que se celebra un referéndum de autodeterminación en Cataluña. En el caso de que el 60% de la población catalana quiera constituir su propio estado, ¿No se estaría incurriendo en una imposición injusta al otro 40%? O imaginémos que es el 40% de los vontantes los que abogan por la independencia de la región, ¿No se debería reflexionar e intentar llegar a un consenso para no ignorar a una porción no precisamente insignificante de la población?
Colegio electoral de Londres el 23 de Junio de 2016 durante el referéndum del "Brexit". |
Además, el británico considera que esta "tiranía de la mayoría" es peor que la tiranía del "magistrado" al ser menos difícil protegerse de un tirano, que de una sociedad con un opinión prevaleciente. Dicha opinión será la base de todas las reglas de conducta de la sociedad y aunque esta tiranía tenga menos sanciones a su servicio, penetra mejor en la vida de todos y nos encadena a determinadas ideas.
Si bien esta tiranía no tiene a su servicio tan fuertes sanciones, deja, en cambio, menos medios de evasión; pues llega a penetrar mucho en los detalles de la vida e incluso a encadenar el alma.
Sobre la libertad, capítulo 1. Introducción.
Considera Stuart Mill que la opinión de la mayoría no tiene porque ser la correcta. Que Reino Unido haya dedicido salir de la unión europea por una mayoría no quiere decir que sea la mejor opción. Por tanto, afirma el británico, retomando que la libertad de una persona en el ámbito público puede ser únicamente rechazada cuando esta afecte a terceros, ciertas libertades pueden ser suspendidas en el caso de que dicha acción sea perjudicial (o no útil) para la comunidad. Aunque afirma de manera rotunda que en las sociedades civilizadas y contemporáneas, no hay justificación para estas suspensiones.
https://ldeuba.files.wordpress.com/2013/02/libro-stuart-mill-john-sobre-la-libertad.pdf
https://es.wikipedia.org/wiki/Sobre_la_libertad
https://www.youtube.com/watch?v=Y_sOgXbEj2Y
https://www.youtube.com/watch?v=1nNY1zf4Ujs
Muy buena entrada Victor. Esta vez sí que te los has currao... ;)
ResponderEliminarSaludos.